La Iglesia de Dios tiene una doctrina Pentecostes clasica

 

NUESTRA DECLARACION DE FE

CREEMOS:1. En la inspiración verbal de la Biblía 2.- En un Dios existiendo eternalmente en tres personas; a saber: Padre, Hijo y Espíritu Santo. 3. Que Jesucristo es el Unigénito del Padre, concebido del Espíritu Santo y nacido de la virgen María. Que fue crucificado, sepultado y resucitado de entre los muertos. Que ascendió a los cielos y está hoy a la diestra del Padre como intercesor. 4. Que todos han pecado y están destituidos de la gloria de Dios, y que el arrepentimiento es ordenado por Dios a todos, y es necesario para el perdón de los pecados. 5. Que la justificación, la regeneración y el nuevo nacimiento se efectúan por la fe en la sangre de Jesucristo. 6. En la santificación, subsecuente al nuevo nacimiento, por la fe en la sangre de Jesucristo, por medio de la Palabra de Dios, y por el Espíritu Santo. 7. Que la santidad es la norma de vida, de Dios, para su pueblo. 8. En el bautismo con el Espíritu Santo, subsecuente a un corazón limpio. 9. En el hablar en otras lenguas. como el Espíritu dirija a la persona, y que es evidencia inicial del bautismo con el Espíritu Santo. 10. En el bautismo en agua, por inmersión, y en que todos los que se arrepientan deben ser bautizados en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. 11. Que la sanidad divina es provista para todos en la expiación. 12. En la Cena del Señor y en el lavatorio de pies de los santos, 13. En la premilenial segunda venida de Jesús; primero, para resucitar a los justos muertos y arrebatar a los santos vivos hacia El, en el aire; segundo, para reinar en la tierra mil años. 14. En la resurrección corporal; vida eterna para los santos y castigo eterno para los inicuos.

PRINCIPIOS DOCTRINALES (A55, 1974, pág. 51)

1 . Arrepentimiento: Marcos 1:15; Lucas 13:3; Hechos 3:19 .2. Justificación: Romanos 5:1; Tito 3:7. 3.Regeneración: Tito 3:5 .4.Nuevo nacimiento: Juan 3:3; 1 Pedro 1:23; 1 Juan 3:9. 5.Santificación, subsecuente a la justificación: Romanos 5:2; 1 Corintios 1:30; 1 Tesalonicenses 4:3; Hebreos 13:12. 6. Santidad: Lucas 1:75; 1 Tesalonicenses 4:7; Hebreos 12:14. 7.Bautismo en agua: Mateo 28:19; Marcos 1:9, 10; Juan 3:22, 23; Hechos 8:36, 38. 8. Bautismo en el Espíritu Santo subsecuente a la limpieza; el impartimiento de poder para el servicio: Mateo 3:11; Lucas 24:49, 53; Hechos 1:4-8. 9. Hablar en lenguas como el Espíritu dirija a la persona, como evidencia inicial del bautismo en el Espíritu Santo: Juan 15:26; Hechos 2:4; 10:44-46; 19:1-7. 10. Dones espirituales: 1 Corintios 12:1, 7, 10, 28, 31; 14:1. 11. Las señales siguen a los creyentes: Marcos 16:17-20; Romanos 15:18,19; Hebreos 2:4. 12. El fruto del Espíritu: Romanos 6:22; Gálatas 5:22, 23; Efesios 5:9; Filipenses 1:11. 13.Sanidad divina provista para todos en la expiación: Salmo 103:3; Isaías 53:4, 5; Mateo 8:17; Santiago 5:14~16; 1 Pedro 2:24. 14 La cena del Señor: Lucas 22:17-20; 1 Corintios 11:23-26 15. Lavatorio de los pies de los santos: Juan 13:4-17; 1 Timoteo 5:9, 10. 16. Diezmos y ofrendas: Génesis 14:18-20; 28:20-22; Malaquías 3:10; Lucas 11:42; 1 Corintios 9:6-9; 16:2; Hebreos 7:1-21. 17. Restitución donde sea posible: Mateo 3:8; Lucas 19:8, 9. 18. La premilenial segunda venida de Jesús. Primero, para resucitar a los santos que han muerto y levantar a los creyentes vivos, hacia El, en el aire: 1 Corintios 15:52; 1 Tesalonicenses 4:15-17. Segundo, para reinar sobre la tierra por mil años: Zacarías 14:4; 1 Tesalonicenses 4:14; 2 Tesalonicenses 1:7-10; Judas versículos 14,15; Apocalipsis 5: 1 0; 19:11-2 1; 20:4-6. 19. Resurrección: Juan 5:28, 29; Hechos 24:15; Apocalipsis 20:5, 6. 20.Vida eterna para los justos: Mateo 25:46; Lucas 18:30; Juan 10:28; Romanos 6:22; 1 Juan 5:11-13. 21.Castigo eterno para los inicuos, sin liberación ni aniquilación: Mateo 25:41-46; Marcos 3:29; Tesalonicenses 1:8, 9; Apocalipsis 20:10-15; 21:8.

PRINCIIPIOS PRÁCTICOS

Demostraremos nuestro compromiso con Cristo poniendo en práctica las disciplinas espirituales, demostraremos nuestra dedicación al cuerpo de Cristo siendo leales a Dios y a su iglesia; y demostraremos nuestra dedicación a la obra de Cristo siendo buenos administradores.

A. La práctica de las disciplinas espirituales

Las disciplinas espirituales implican prácticas como la oración, la alabanza, la adoración, la confesión, el ayuno, la meditación y el estudio. A través de la oración expresamos nuestra confianza en Jehová Dios, el dador de todas las cosas buenas, y reconocemos nuestra dependencia en Él para suplir nuestras necesidades y las de otros (Mateo 6:5-15; Lucas 11:1-13; Santiago 5:13-18). A través de la adoración, tanto pública como privada, alabamos a Dios, tenemos comunión con Él y recibimos diariamente enriquecimiento espiritual y crecimiento en la gracia. A través del ayuno podemos acercarnos a Dios, meditar en la pasión de Jesucristo y disciplinarnos para vivir bajo el control del Espíritu Santo en todos los aspectos de nuestra vida (Mateo 6:16-18; 9:14-17; Hechos 14:23). Por medio de la confesión de nuestros pecados a Dios tenemos asegurado el perdón divino (1 Juan 1:9-2:2). El compartir nuestra confesión con otros creyentes da la oportunidad de pedir la oración y ayudamos mutuamente a llevar nuestras cargas (Gálatas 6:2; Santiago 5:16). Por medio de la meditación y el estudio de la Palabra de Dios fortalecemos nuestro crecimiento espiritual y nos preparamos para guiar e instruir a otros en las verdades bíblicas (Josué 1:8; Salino 1:2; 2 Timoteo 2:15, 23-26).

B.Lealtad a Dios y dedicación a la iglesia

La vida del discipulado cristiano implica el cumplimiento de nuestros deberes hacia el cuerpo de Cristo. Debemos reunimos constantemente con otros miembros de la iglesia con el propósito de magnificar y alabar a Dios y escuchar su Palabra (Mateo 18:20; Juan 4:23; Hechos 2:42, 46, 47; 12:24; Hebreos 10:25). El domingo es el día cristiano de adoración. Como día del Señor, el domingo conmemora la resurrección de Cristo de entre los muertos (Mateo 28: 1) y debe utilizarse primordialmente para la adoración, la confraternidad, el servicio cristiano, la enseñanza, la evangelización y la proclamación de la Palabra (Hechos 20:7; Romanos 14:5, 6; 1 Corintios 16:2, Colosenses 2:16, 17). Debemos proveer para las necesidades financieras de la iglesia a través de nuestros diezmos (Malaquías 3:10; Mateo 23:23) y ofrendas (1 Corintios 16:2; 2 Corintios 8:1-24; 9:1-15). Es nuestro deber respetar y sometemos a aquellos que el Señor ha puesto sobre nosotros en la iglesia (1 Tesalonicenses 5:12, 13; Hebreos 13:7, 17). Cuando ejerzamos autoridad lo haremos como ejemplos espirituales; no como dueños ni señores del rebaño de Cristo (Mateo 20:25-28; 1 Pedro 5:1-3). Por otra parte, nuestra sumisión debe ser una manifestación de la gracia espiritual de la humildad (Efesios 5:21; 1 Pedro 5:5, 6). Finalmente, debemos evitar la afiliación a sociedades que requieren o practican juramentos. Tales sociedades pueden parecer espirituales pero, en realidad, al requerir un juramento y ser secretas, contradicen la espiritualidad cristiana (Juan 18:20; 2 Corintios 6:14-18). Los cristianos no deben pertenecer a ningún cuerpo o sociedad que requiera o practique una lealtad que esté por encima o excluya su comunión con otros en Cristo (Juan 17:21-23; Mateo 12:47-49).

C. Buena mayordomía cristiana

Las virtudes del ahorro y la sencillez son honrosas, mientras que el despilfarro y la ostentación son solemnemente prohibidas en las Escrituras (Isaías 55:2; Mateo 6:19-23). El vivir una vida piadosa y sobria requiere el uso sabio y frugal de nuestras bendiciones temporales, incluyendo el tiempo, talento y dinero. Como buenos administradores debemos sacar el máximo provecho de nuestro tiempo, tanto para esparcimiento como para trabajar (Efesios 5:16; Colosenses 4:5). El mal uso del tiempo libre degrada (1 Timoteo 5:13; 2 Tesalonicenses 3:6-13); pero cuando el tiempo se utiliza en forma constructiva, experimentamos renovación interna. Todo nuestro trabajo y diversión deben honrar el nombre de Dios (1 Corintios 10:31). Como buenos mayordomos debemos utilizar bien nuestros dones espirituales (Romanos 12:3-8; 1 Corintios 12:1-11, 27-31; Efesios 4:11-16; 1 Pedro 4:9-11), así como nuestros talentos naturales (Mateo 25:14~30) para la gloria de Dios. Como buenos mayordomos debemos reconocer que el uso sabio del dinero es parte esencial de la economía de la vida del cristiano. Dios nos ha encomendado bendiciones temporales para que cuidemos de ellas (Mateo 7: 11; Santiago 1: 17).

III. Pureza moral

Participaremos de toda actividad que glorifique a Dios en nuestro cuerpo y evitaremos la satisfacción de los deseos de la carne. Leeremos, miraremos y escucharemos todo lo que sea de beneficio para nuestra vida espiritual.

A.Debemos glorificar a Dios en nuestro cuerpo

Nuestro cuerpo es el templo del Espíritu Santo, por lo cual debemos usarlo para la gloria de Dios (Romanos 12:1, 2; 1 Corintios 6:19, 20; 10: 3 l). Debemos andar en el Espíritu y no satisfacer los deseos de la carne (Gálatas 5:16). La Escritura contiene varios pasajes con ejemplos de una conducta carnal que no glorifica a Dios (Romanos 1:24; 1 Corintios 6:9, 10; Gálatas 5:19, 21; Apocalipsis 21:8). Las prácticas pecaminosas más prominentes que aparecen en estos pasajes incluyen: la homosexualidad, el adulterio, actitudes mundanas (como el odio, la envidia y los celos), comunicación corrupta (como el chisme y las palabras sucias), robo, asesinatos, borrachera y brujería. La brujería tiene que ver con prácticas de ocultismo las cuales son prohibidas por Dios y conducen a la adoración de Satanás.

B. Lo que leemos, miramos y escuchamos

La literatura que leemos, los programas que miramos y lamúsica que escuchamos, afectan profundamente nuestros sentimientos, nuestro pensamiento y nuestra conducta. Es imperativo, por lo tanto, que el cristiano lea, mire y escuche las cosas que inspiran, instruyen y desafían a alcanzar un nivel moral más elevado. Por otro lado, debemos evitar literatura, programas y música de contenido mundano y de naturaleza pornográfica. Un cristiano no debe mirar en el cine (o la televisión) películas u obras teatrales que sean de naturaleza inmoral (Romanos 13:14; Filipenses 4:8).

C. Fomento del bienestar espiritual

El cristiano debe usar su tiempo libre en actividades que edifiquen tanto al individuo como al cuerpo de Cristo (Romanos 6:13; 1 Corintios 10:31, 32). Debemos evitar prácticas y lugares mundanos. Consecuentemente, un cristiano no debe participar en ningún tipo de entretenimiento que apele a la naturaleza camal y traiga descrédito al testimonio cristiano (2 Corintios 6:17; 1 Tesalonicenses 5:21, 22; 1 Juan 2:15-17).

111.Integridad personal

Viviremos una vida que inspire responsabilidad y confianza, que produzca el fruto del Espíritu y manifieste el carácter de Cristo en toda nuestra conducta.

A.Responsabilidad y confianza

El cristiano debe ser una persona contable y de palabra (Mateo 5:37; 1 Pedro 2:11, 12). Jurar es contrario a la confiabilidad del cristiano, por lo tanto debe evitarse (Mateo 5:34-37; Santiago 5:12). Cristo enseñó, por precepto y ejemplo, que debemos amar a nuestros enemigos y dar la preferencia a nuestro prójimo (Mateo 5:43-48; Romanos 12: 10; Filipenses 2:3; 1 Juan 3:16). Debemos comportamos de tal manera que nuestra conducta lleve a otros a Cristo (Mateo 5:16; 1 Corintios 11: l).

B. Fruto del Espíritu

Si vivimos en el Espíritu, manifestaremos el fruto (actitudes y acciones) del Espíritu y no satisfaremos los deseos de la carne (Gálatas 5:16, 22-25; 1 Juan 1:7). Las buenas relaciones con otros son el resultado natural de nuestra relación positiva con el Señor (Salino 1: 1-3; Mateo 22:37-40). Seremos juzgados por no llevar fruto en nuestra vida (Mateo 7:16-20; Lucas 13:6-9; Juan 15:1-8).

C. El carácter de Cristo

El distintivo de la vida en Cristo es el amor por otros (Juan 13:34, 35; 15:9-13; 1 Juan 4:7-11). En su relación con el Padre, Jesús mostró sumisión (Lucas 22:42; Juan 4:34; 5:30). En su relación con otros, demostró aceptación (Juan 8: 1 l), compasión (Mateo 9:3 6; Marcos 6:34) y perdón (Mateo 9:2; Lucas 5:20). No podemos llevar el fruto del Espíritu y manifestar el carácter de Cristo si no estamos espiritualmente unidos a El (Juan 15:4, 5) y sin tener la semilla de la Palabra sembrada en nuestro corazón (Juan 15:3; 1 Pedro 1:22, 23).