Acontecimientos de la Semana Santa
DIA
Y ACONTECIMIENTO |
MATEO |
MARCOS |
LUCAS |
DOMINGO:
Entrada triunfal de Jesús a Jerusalem Visita
de Jesús al templo y regreso a Betania |
21:1-9 21:10-17 |
11:1-10 11:11 |
19:28-44 19:45-46 |
LUNES:
Jesús
maldice a la Higuera, camino a Jerusalem La
limpieza o purificación del templo. |
21:18-19 ................ |
11:12-14 11:15-19 |
............... 19:45-48 |
MARTES:
Jesús explica la maldición de la higuera. La
autoridad de Jesús es cuestionada. Jesús
enseña en el templo. La
condenación de los escribas y fariseos. Jesús
alaba la ofrenda de la viuda pobre. Jesús
predice la destrucción del templo y el fin del mundo. |
21:20-22 21:23-27 21:28-46 23:1-36 ................. 24:1-44 |
11:20-26 11:27-33 12:1-37a 12:37-40 12:41-44 13:1-37 |
............... 20:1-8 20:9-44 20:45-47 21:1-4 21:5-38 |
MIERCOLES:
Conspiración
del Sanedrín contra Jesús. La
unción de Jesús en Betania. Judas
acuerda en contubernio entregar a Jesús. |
26:1-5 26:6-13 26:14-16 |
14:1-2 14:3-9 14:10-11 |
22:1-2 ............... 22:3-6 |
JUEVES:
Jesús se prepara para celebrar la pascua. La
última cena Retiro
a Getsemaní o la agonía de Getsemaní Traición
de Judas y arresto de Jesús Jesús
ante Caifás y la negación de Pedro |
26:17-19 26:20-29 26:30-46 26:47-56 26:57-75 |
14:12-16 14:17-25 14:26-42 14:43-52 14:53-72 |
22:7-13 22:14-38 22:39-46 22:47-53 22:54-71 |
VIERNES:
El
juicio de Pilato; el sucidio de Judas Jesús
es enviado a Herodes Pilato
dicta sentencia de muerte Jesús
es azotado y llevado al Gólgota La
crucifixión y muerte de Jesús Cristo
es sepultado |
27:1-2 ................. 27:15-26 27:27-32 27:33-56 27:57-61 |
15:1-5 ................ 15:6-15 15:15-21 15:22-41 15:42-47 |
23:1-5 23:6-16 23:17-25 ................ 23:33-49 23:50-56 |
SABADO: La
guardia ante la tumba de Jesús |
27:62-66 |
............... |
.............. |
DOMINGO: La
tumba vacía y la resurrección de Jesús |
28:1-10 |
16:1-8 |
24:1-12 |
PADRE
PERDONALOS
Por:
Martin A. Turner
Primera Palabra
Mientras Jesús miraba a
la multitud congregada ante el Calvario notó que allí estaban presentes todos
los que se le habían opuesto. Estaban los judíos quienes estaban esperando el
Mesías, quien habría de destronar al gobierno romano y reinaría como Rey
enviado de Dios. Estaban los líderes judíos, a los que no les gustaba la
popularidad que tenía Cristo con los judíos, porque les amenazaba el poder y
las finanzas de ellos.
Estaban los romanos,
quienes solamente reconocían al César como rey y resentían que Jesús se
hiciera llamar Rey de los judíos. También los discípulos de Cristo estaban
presentes, quienes con su silencio consintieron en la crucifixión de Cristo.
SI, todos estaban allí. Cristo podía haberse vengado destruyendo a sus
opositores. Pero en vez de eso, oró por todos ellos: 'Padre, perdónalos,
porque no saben lo que hacen" (Lucas 23:34). La oración de Jesús no
significó mucho para los judíos en general, quienes rehusaron aceptar al Mesías
que no iba a actuar con poder y venganza contra sus enemigos. En la oración de
Jesús se incluyó a los líderes judíos, los fariseos y saduceos; esta
característica de la oración revela divinidad, porque fueron ellos quienes lo
arrestaron, lo acusaron falsamente y lo flagelaron mental y físicamente.
Jesús también oró por
los romanos, quienes estaban familiarizados con los mandatarios' mundanos, los
cuales se fueron a los extremos en el afán de proteger sus intereses. Miraron
la situación de Jesús en aquella proclamación de su reinado, tan
"desamparado" en las manos de sus enemigos, la cual consideraron como
la cumbre de su locura. Ellos no tenían ningún conocimiento del Mesías; para
ellos su dios era César el emperador. Si Cristo tenía alguna razón para tener
amargura, era en contra de sus discípulos, particularmente contra Pedro, Juan y
Jacobo. En las horas previas al arresto Jesús los había llevado al monte de
los Olivos a orar con El; y aunque ellos querían obedecer a su Maestro, no se
dieron cuenta de la necesidad de orar a esa hora; en vez de eso se durmieron.
Jesús se había dedicado
por tres años a estos hombres; y en el tiempo de su gran crisis, le fallaban. Y
sin embargo, oró diciendo: 'Padre, perdónales su ignorancia, ellos van a
aprender'. Hubo otros por los cuales Cristo también intercedió mientras estaba
en la cruz. Pedro Marshall expresó vívidamente esta verdad en su sermón
titulado "¿Estuviste allí?"
'Cuando somos honestos
con nosotros mismos, nos damos cuenta que estuvimos allí, y que ayudamos a
poner a Cristo en la cruz. Porque toda actitud presente en aquel día en aquella
cumbre, también está presente en nuestro medio. Toda emoción que conmovió el
corazón entonces, conmueve el corazón hoy. Todo rostro que estuvo allí, está
aquí también. Toda voz que gritó entonces, grita hoy. Todos los humanos
fuimos representados en el Calvario. Todo pecado estuvo en los clavos, en la
punta de las lanzas o en las de las espinas. Y todos fueron perdonados por la
sangre que fue derramada."
Aunque han pasado siglos
desde la crucifixión, podemos sentir que Jesús nos está buscando y diciendo:
"Padre, perdónalos". El perdón de pecados es un acto de misericordia
divina; el fruto de la intercesión del Salvador está a nuestra disposición.
Después de que aceptamos el perdón de Cristo, El nos da la capacidad para
vivir como se enseña en Lucas 23:34; perdonar cualquier ofensa contra nosotros,
y orar por otros hasta que hayamos exhalado el último respiro.
No somos llamados a hacer
huelga contra los judíos en general aquellos quienes están tan preocupados con
el aquí y ahora que menosprecian la cruz; o los "líderes judíos" -
esos en la iglesia quienes viven por la tradición y están dispuestos a
exterminar cualquier avivamiento que se suscite; o los "soldados
romanos", aquellos que ignorantemente pelean contra la causa de Cristo; o
los "discípulos", aquellos creyentes quienes son buenos creyentes,
pero que algunas veces se duermen. En vez de guardar rencores debemos interceder
por todos ellos. Cuando oramos, "Padre, perdónalos", esto no quiere
decir que estamos pidiendo a Dios que disimule los pecados no confesados.
Estamos diciendo: "Padre, conviértelos". Cuando Cristo hizo esa oración,
un centurión romano gritó: 'Verdaderamente este hombre era justo'. Nuestra
oración intercesora, así como nuestro espíritu perdonador, traerá muchas
almas a Cristo.
Martin
A. Tumer es pastor en la Crowder Memorial Chapel de la Iglesia de Dios en
Cleveland, Tennessee.
SEGUNDA PALABRA:
Por:
Anthony Lombard
Las palabras de un
moribundo viven y se guardan en la mente de uno. Las últimas palabras
pronunciadas por Jesús fueron ese tipo de palabras. No fueron dichos comunes.
Tampoco fueron incoherencias balbuceantes, o malignas acusaciones. la segunda
palabra de Cristo pronunciada desde la cruz dice: "De cierto te digo que
hoy estarás conmigo en el paraíso" (Lucas 23:43). Estas son palabras de
redención. En esta declaración concisa Jesús declara su autoridad como
Redentor; revela la inmediación de la redención, y muestra la intimidad de la
relación redentiva.
'De cierto te digo"
es una declaración de Jesús al quejumbroso llamado de "acuérdate de mí'
del ladrón moribundo al lado de la cruz de Jesús. 'Te digo" es una
declaración poderosa del Calvario. Es un clamor divino hecho por alguien que
respalda las palabras habladas. No es una declaración de permisión. La
autoridad por la cual Cristo habla no es autoridad terrena, es por la voluntad
delegada del Concilio trino del cielo. Es una expresión concordante al letrero
que colgó sobre su cabeza: "Este es el Rey de los judíos". "Te
digo" es la voz fuerte del Redentor que contesta la última petición del
pecador moribundo. Las palabras del Redentor fueron la mano que guió al ladrón
en su muerte y con voz tronante le asegura una autoridad redentiva al pecador.
En el momento de desesperación, Jesús asegura la paz; de las sombras de la
muerte surge la vida.
'De cierto te digo"
es una respuesta personal a una petición personal. Tales son los caminos del
Redentor. En la muerte, como en la vida, el ministerio de Jesús fue
personalizado. El efectuó la redención para todas las personas; pero es
apropiada sólo en el terreno individual. Un segundo ladrón colgaba en la montaña,
pero su actitud hacia el Redentor fue de maldición en vez de súplica. Su
petición fue una contradicción más que una confesión. El Redentor estaba tan
cerca del uno como del otro, pero uno creyó y el otro blasfemó. El diálogo
del Gólgota trajo a uno a la filiación divina y el otro no aprovechó la
oportunidad del cielo. Pero este es el carácter de la redención. Es una
oportunidad de escoger; oportunidad disponible para todos, pero sujeta a la
confesión de pecados. ¡Qué escena de triunfo y de tragedia! Es sorprendente
ver que la redención proclamada ese día no fue una esperanza distante; fue
inmediata. "Hoy, por mi autoridad les doy vida". Una pronunciación de
Jesús que no fue un proceso lento. ¡Fue un glorioso evento! La redención es más
que un reflejo de luz divina. Se inicia como un evento de profesión y se mueve
hasta el día de la consumación. La verdad aprovechada por el ladrón moribundo
no está menos disponible a todos los que escuchan. LA REDENCION ES MAS QUE
UN REFLEJO DE LUZ DIVINA.
La eficacia de Jesús en
la redención es para el moribundo, como lo es para el que está vivo. Esa es su
gloria. En la redención Cristo marcha siempre adelante, a través de la muerte
hasta la realidad viva del presente. Estas son buenas nuevas tanto para el ladrón
moribundo como para el peregrino errante. Cristo vino a redimir gente como usted
y como yo. "Hoy estarás conmigo en el paraíso" es una declaración
redentiva. Provoca muerte y triunfo en la vida. Jesús dijo: 'Tú lo vas a
experimentar porque yo lo he declarado ¡Aleluya! Qué declaración tan poderosa
en favor de todos los pecadores de todos los tiempos. En el momento de la muerte
Jesús demuestra el carácter de una relación redentiva. 'Estarás conmigo en
el paraíso". La condición de la redención es consumada en una amorosa
relación. La redención alcanza su lugar. Se le llama el paraíso. El paraíso
del cual Cristo habló no se puede comprender totalmente. Tenemos que conjeturar
sobre la promesa de "estarás conmigo" al carácter de un paraíso. No
es el lugar, sino la persona de la redención la que hace del lugar un paraíso.
En ninguna manera el paraíso eclipsa al Redentor.
En esta escena gráfica
del Calvario, la misión redentiva de Jesús resalta como un gran altorrelieve.
Un vil pecador está muriendo por sus crímenes, mientras Jesús muere por los
pecados del ladrón. Para poder ver esta escena en su perspectiva verdadera, uno
debería estar colgando en el mismo lugar del ladrón. Nosotros también debemos
pedir que se acuerde el Señor de nosotros y mirar al sacrificio por el pecado.
¡El murió por nuestros pecados! Escucha su gemido. El gime por nosotros. Este
acto no es el acercamiento a su muerte, como muchos suponen: es el nacimiento de
los dolores de parto de la vida, nuestra vida. Vapuleado, pero sin pecado, Jesús
murió colgado en un madero. El nunca está demasiado ocupado con su dolor que
no sienta nuestro propio dolor.
En Jericó un ciego que
mendigaba clamó. Cristo lo escuchó y lo sanó. En Naín, una pobre viuda
entristecida lloraba. El la escuchó, y resucitó al hijo de ella. Ahora, en el
Gólgota, un ladrón moribundo clama su arrepentimiento: "Acuérdate de mí".
El lo escuchó y lo perdonó. Uno no puede ver al Redentor sin antes ver al
pecador. Y uno nunca debe ver un pecador sin recordar al Redentor. El dijo:
"Yo para esto he nacido, y para esto he venido al mundo, para dar
testimonio de la verdad" (Juan 8:37). "Y conoceréis la verdad, y la
verdad os hará libres' (Juan 8:32). ¡Amén!
Anthony
Lombard es director de jóvenes y educación cristiana en Kentucky, E.U.A.
TERCERA PALABRA:
Por:
Gerald J. Johnson
Estaban junto a la cruz
de Jesús su madre, y la hermana de su madre, María mujer de Cleofas, y María
Magdalena. Cuando vio Jesús a su madre, y al discípulo a quien él amaba, que
estaba presente, dijo a su madre: Mujer, he ahí tu hijo. Después dijo al discípulo:
He ahí tu madre. Y desde aquella hora el discípulo la recibió en su
casa" (Juan 19:25-27). Muchas de las profecías concernientes a la vida de
Cristo culminaron en su muerte en la cruz. El sacrificio en la cruz fue un acto
que satisfizo el juicio de Dios sobre el pecado. El Padre miró la angustia del
alma de Jesús y quedó satisfecho (Isaías 53: 1 l). Otra profecía
concerniente a María también se cumplió: 'Y una espada traspasará tu misma
alma" (Lucas 2:35). María sintió un agudo dolor al ver a Jesús
sangrando, asfixiándose y muriendo crucificado. Nuestro Señor agonizaba y con
corazón quebrantado pronunció una palabra de consuelo y de preocupación por
el futuro y seguridad de María. Sería cuidada y viviría en la casa de Juan el
discípulo amado.
Jesús perdonó y amó a
sus enemigos, en cambio ellos le crucificaron. Su carácter desprendido resaltó
cuando él amorosamente encomendaba a María al cuidado de Juan. Jesús se hizo
pecado y probó la muerte; mas aun en su suprema agonía vino a ser la esencia
del amor expresado al preocuparse por el bienestar de otros. El vio las caras de
la familia de fe en el Calvario. Aún más, El vio en sus corazones la necesidad
de afirmación y continuidad en el cuidarse unos a otros. El amor cristiano se
ha definido como la habilidad sobrenatural de amar automática y espontáneamente
sin importar el mérito o excelencia de la persona que esté enfrente de
nosotros en ese momento. Es la capacidad divina de ir más allá de uno mismo e
interesarse por la felicidad, el cuidado y bienestar de otros.
Cada humano necesita ser
amado y sentirse útil. El hombre es pecaminoso, pero significante. El
sacrificio de Jesús nos muestra el valor infinito que tenemos; valemos más que
todo el universo material. Somos la corona, el cenit y ápice de la creación de
Dios, hechos a su imagen. Tenemos calidad y dimensión espiritual que trasciende
el espacio, la materia y el tiempo. Nuestro bienestar temporal y eterno es su
gran preocupación. Las palabras de consuelo de Jesús a María fueron la obra
maestra de cuidado positivo que Dios tiene por cada individuo que sufre
fracasos.
El amor del Señor nunca
se termina. El se da cuenta del ave que cae. Los discípulos cristianos son la
extensión del amor de Dios en la tierra. El Espíritu Santo es nuestro
Consolador y El consuela a otros por medio nuestro. "En esto hemos conocido
el amor, en que él puso su vida por nosotros; también nosotros debemos poner
(un mandamiento) nuestras vidas por los hermanos" (1 Juan 3:16). Comienza
dando amor y siendo de ayuda a la familia cristiana. Cuando el mundo vea que los
cristianos se sacrifican unos por otros, entonces y sólo entonces se convencerán
de la realidad del amor de Dios manifestado en Jesús y en su cuerpo (la
iglesia). Dejar a un lado las prerrogativas personales por el bienestar del
cuerpo es algo que obra un impacto en el mundo pagano.
Nosotros exhibimos el
amor de Dios. Los cristianos no pueden imponer el amor; pero sí pueden exponer
el amor y el consuelo de Dios. Dios cambia nuestra naturaleza y nos nutre con su
nueva naturaleza en nosotros. Son el amor de Dios en exposición. El plan de
Dios es que demos evidencia física y visible de nuestro ser invisible, que es
el Dios invisible que hay en nosotros; el cual se hace visible a través de
nosotros; para que cuando la gente nos vea diga que somos semejantes a El.
Nuestras vidas deben decir la verdad sobre el amor de Dios que se, sacrifica por
el mundo perdido.
La pregunta suprema es:
¿Hay alguno que haya vencido a la muerte; y si es así, está a mi disposición?
La respuesta es sí. ¡Qué palabra tan confortante es esta para el corazón
expectante! Las buenas noticias se deben publicar. Jesús estuvo en el infierno
para proclamar su victoria allí; por lo tanto, nadie más tiene que ir a ese
lugar. Hay salvación, sanidad, liberación para todos. Hay amor, aceptación y
perdón para el que lo busca. Hay esperanza en medio de las tormentas de la
vida. El consuelo está a disposición de los perturbados, de los enfermos y los
moribundos; por la cruz y resurrección del Señor Jesucristo. Pablo declara el
plan y propósito de Dios para su pueblo en estas palabras: "Bendito sea el
Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de misericordias y Dios de toda
consolación, el cual nos consuela en todas nuestras tribulaciones, para que
podamos también nosotros consolar a los que están en cualquier tribulación
por medio de la consolación con que nosotros somos consolados por Dios' (2 Co.
1:3, 4). El Calvario lo cubre todo. Hay una consolación bendita en Cristo para
el huérfano, para el falto de inteligencia, el débil, el viudo o viuda, el
anciano y el deshabilitado. "Consolaos, pueblo mío, dice el Señor".
CUARTA PALABRA:
Por:
Travis Porter
El evento mas
significativo en la historia del mundo es la crucifixión de Jesucristio. El
Dios de toda vida entregó a su Hijo amado a la muerte, probando así su amor
divino para con nosotros. Cristo murió por nosotros siendo aun pecadores, de
acuerdo a Romanos 5:8. La cruz es la cúspide de toda la historia. Los profetas
del Antiguo Testamento señalaron el tiempo en que el Mesías habría de venir.
Nosotros, junto con los santos del Nuevo Testamento, señalamos hacia el
Calvario en donde hay redención y reconciliación. Eric Saucr dijo: "La
cruz es la expresión más maravillosa del amor del Hijo de Dios. El hizo que su
muerte en la cruz fuera la fuente de vida; luego contestó nuestra contradicción
y odio con amor y redención; y aquella aparente victoria de Satanás fue su más
poderosa y decisiva derrota; y la aparente derrota de Jesús fue su más
poderosa y triunfante victoria". Jesús se sometió al más vil castigo al
ser "hecho pecado por nosotros Las palabras de Jesús: "Dios mío,
Dios mío, ¿por qué me has desamparado?", algunos las traducen diciendo:
"¿Por qué me has dejado?" Otros las traducen: "¿Por qué me
has abandonado?'
Las primeras cuatro
palabras de Mateo 27:35 declaran: 'Cuando le hubieron crucificado". El era
el Hijo de Dios, la palabra de Dios por medio de la cual fueron hechas todas las
cosas, y sin embargo le crucificaron. El era el esplendor de la gloria del
Padre, la imagen de su persona, sin embargo le crucificaron. La culpabilidad
acumulada de todos los pecados de todo el mundo, de todas las edades, fue
depositada en El, quien no conoció pecado. Esta fue una maldición por la cual
ninguna otra sangre podía operar la expiación. El único que podía efectuar
la expiación era el Cordero de Dios. La angustia es el sufrimiento de un dolor
intenso o tristeza, depresión del cuerpo o de la mente, o de ambos. Jesús
sufrió la angustia más intensa que se haya conocido. El era enteramente Dios,
y también era enteramente hombre. La angustia fue multiplicada cuando El llevó
todos los pecados más sucios, toda la inmoralidad, toda la iniquidad del mundo,
y El los llevó solo. El solo terminó su obra para la cual vino al mundo. Isaías
escribió sobre El diciendo: 'He pisado yo solo el lagar, y de los pueblos nadie
había conmigo" (Isaías 63:3).
Las tinieblas que
cubrieron la tierra esa tarde de la crucifixión representaban dos cosas: la
maldad del crimen perpetrado contra Jesús y la agonía de Jesús que fue
cubierta de los ojos sin piedad de aquellos que se burlaron de El en ese día
funesto. En el pasado una luz maravillosa había señalado el lugar de su
nacimiento; ahora las tinieblas anunciaban también su muerte. Aquel cuyo nombre
fue el amor, clamó a gran voz, "Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has
desamparado?" Su clamor a gran voz indica lo profundo de su angustia y agonía.
Todos los pecados nauseabundos de toda la humanidad estuvieron en El, quien se
hizo pecado por nosotros.
Aunque Jesús estuvo
solo, El nunca perdió su confianza en Dios. Note que El citó la Escritura
(Salmo 22:1) cuando dijo: "Dios mío, Dios mío". Todos los pecados
del mundo estaban sobre El; sin embargo, confió en su Padre. Todas las dudas de
los hombres estaban sobre El; sin embargo, El no dudó de su Padre. Todas las
amarguras de todas las edades estaban sobre El; sin embargo , no se amargo.
Todas las vilezas e injusticias estaban sobre El; sin embargo, no cometió
ninguna injusticia. Jesús desde lo mas recondito de su ser sabia que podía
tener comunion con el Padre. Jesús sintió el horror tenebroso de la culpa de
todos los pecados; sin embargo, sabía que podía clamar a Dios. En la santidad
perfecta de Dios, El no podía pasar por alto el pecado; sin embargo, aunque
todos los pecados fueron puestos sobre el amado hijo de Dios, Jesús sabía que
podía clamar, "Dios mío". También sabía que las tinieblas iban a
pasar y que la angustia no perduraría; la victoria estaba cerca.
La angustia que Jesús
sufrió cuando el padre le volvió el rostro fue incomprensible. En su oración
de agonizante, Jesús comprendió que su Padre no lo había abandonado
irremisiblemente. Su clamor pasó a través de las tinieblas y los sufrimientos
hasta su Padre santo. El amor del Padre por su Hijo no disminuyó por el hecho
de haber vuelto su rostro del que era sacrificado por el pecado. Al mismo tiempo
la angustia de Cristo se intensificó en la tristeza por no tener la presencia
de su Padre en la hora de tinieblas y tristeza. Los hombres pecaminosos por los
cuales El estaba muriendo, podían vivir sin pensar en Dios, sin desear la santa
presencia de Dios. Sin embargo, Jesús desde la eternidad había vivido en
perfecta y santa comunión con su Padre. Ahora el dolor de no tener la presencia
del Padre intensificaba la angustia de nuestro Señor. Sigamos el ejemplo
perfecto de Jesús. En nuestras horas de tinieblas, clamemos usando la palabra
de Dios, sabiendo que la Palabra nunca falla. Clamemos también: "Dios mío",
sabiendo que El nos oirá y que las tinieblas no permanecerán por siempre.
El Revdo.
Travis Porter es supervisor en estado de Nebraska en U.S.A
QUINTA PALABRA:
Por:
Michael W. Coleman
Las horas agonizantes en
la cruz estaban por concluir. El cuerpo de Cristo estaba agotado debido al
esfuerzo físico y a la tortura que había padecido. Entre todos los
sufrimientos de la cruz, el de la sed era el más grande. De hecho, el grito de
Cristo: "Sed tengo", es la única expresión que contiene una alusión
a su angustia corporal. Sin embargo, en este clamor se cumple la profecía del
Salmo 22.
La necesidad más
apremiante del cuerpo es el agua. Posiblemente el último líquido que Jesús
hubo tomado fue en la última cena, dieciocho horas previas a la crucifixión.
La agonía de Jesús en el jardín del Getsemaní, las tensiones del juicio, los
azotes que le propinaron, la corona de espinas, la caminata al Gólgota y otros
flagelamientos agotaron la humedad del cuerpo santo de Jesús.
La resistencia física de
Jesús fue más allá de lo comprensible; en esas horas previas y durante la
crucifixión. No solamente murió Jesús como nuestro redentor, sino que
experimentó el dolor físico y emocional de hombre. Cuando enfatizamos la
humanidad de Jesús, no desacreditamos su divinidad. El Señor no era un hombre
divino ni un Dios humanizado. El era el Dios-hombre. Sin embargo, en su hora de
sufrimiento no se refugió en su divinidad; y debido a su amor por la humanidad,
se despojó de su gloria y fue hecho "en todo semejante a sus hermanos,
para venir a ser misericordioso y fiel sumo sacerdote en lo que a Dios se
refiere, para expiar los pecados del pueblo" (Hebreos 2:17).
Debido a las palabras de
Jesús de "sed tengo", el género humano se puede identificar con
Cristo, y Cristo se identifica con el hombre. Nuestro Señor aguantó la sed
hasta el más extremo grado, porque su sed era la de uno cuya muerte era en bien
de toda la humanidad. Los pecados de toda la humanidad pesaron sobre El. Cristo
se compadece de los sufrimientos de toda la humanidad. ¿Puede usted comprender
al creador de los cielos y de la tierra, con los labios secos a causa de la sed'
El Señor de la gloria sufriendo sed. Aquel que calmó las tempestades, pidiendo
algo de beber. Como Dios caminó sobre las agua, como hombre, tuvo sed de agua.
Ahora el que podía dar ríos de agua viva está pidiendo algo de beber.
Debido al
sufrimiento que experimentó, Jesús se puede compadecer de nuestras
enfermedades. No importa que grado de sufrimiento tengamos, Cristo nos entiende
y nos tiene compasión. El grito de Jesús de "sed tengo" revela una
necesidad universal del hombre. El mundo está clamando "sed tengo".
Podemos ver esto en todos los deseos del hombre para descubrir la paz, asegurar
su identidad y establecer su propia importancia por medios inadecuados. Por cada
esfuerzo que en vano hace el hombre, Jesús nos dice: "Cualquiera que
bebiere de esa agua, volverá a tener sed" (Juan 4:13). Y gentilmente nos
recuerda que nada en el reino físico o emocional en esta vida, no importa el
esfuerzo grande o pequeño, saciará la sed del alma. El clamor del perdido es
"tengo sed". Así como el cuerpo físico de Jesús se agotó debido a
la falta de líquidos, así el espíritu del hombre clama como el salmista
David: "Mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo" (Salmo 42:2). Jesús
quiere proveer agua viva para la sed insaciable del alma sedienta. Jesús
reconoció la sed espiritual de la mujer junto al pozo. Se acercó a ella y le
pidió de beber; pero no existe un pasaje en la Biblia que diga que haya bebido
agua. Más bien Cristo debe haberse refrescado con la respuesta de la mujer a
sus preguntas. "Mas el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed
jamás; sino que el agua que yo le daré será en él una fuente de agua que
salte para vida eterna" (Juan 4:14).
Así como el
hombre tiene sed de Dios, así Jesús tiene sed hoy día de la devoción de su
pueblo. Cristo nos amó tanto que estuvo dispuesto a sufrir físicamente; ahora
tiene sed de comunión con su pueblo. El amor nunca se satisface hasta que
recibe una respuesta. Cuando Cristo está a la puerta y llama, El está
ofreciendo una oportunidad de descanso por medio de la comunión. El dice a
todos: "Cena conmigo y yo estaré contigo". A todos les es dada la
oportunidad para satisfacer la vida espiritual. "A todos los sedientos:
Venid a las aguas" (Isaías 55:1). Cristo es el agua viviente. "Si
alguno tiene sed, venga a mí y beba" (Juan 7:37). ¡El te satisface!
El
Rvdo. Michael W. Coleman, es el director de jóvenes y evangelismo en el Estado
de Indiana, E. U. A.
SEXTA PALABRA:
Por
Randall Miller
Cuando Jesús hubo
tomado el vinagre, dijo: "Consumado es. Y habiendo inclinado la cabeza,
entregó el espíritu". Juan 19:30 .
Las palabras
"Consumado es" dan la idea de un pensamiento doble. Hay a la vez un
punto de vista trágico y otro triunfante.
TRAGICO:
El diccionario Webster
define la palabra "consumado" como "la llegada de su fin".
La declaración de Jesús indica la tragedia de todo este sórdido evento.
LLegamos al monte de la tragedia al recordar brevemente los pasos del Hombre que
pronunció estas últimas y memorables palabras. El nació en un pesebre, Hijo
de una virgen, vivió una vida reposada como niño, emergió como una fuerza en
la sociedad, no para hacer mal, sino para hacer bien. Se rodeó de un grupo tan
diverso de discípulos como para indicar que podía relacionarse con cualquier
tipo de personas. El ministerio de Cristo fue uno de amor por los despreciados,
de tocar a los intocables, de alcanzar a los proscriptos y de sanar a los
desahuciados.
Cuando llevo a cabo
aquellas cosas, las que Cristo describió como responsabilidades asignadas por
el Padre, tuvo un grupo de seguidores. Los despreciados que El amó le
siguieron, como lo indica la devoción de María Magdalena. Los intocables que
el tocó le siguieron, como el caso de los leprosos que El sanó. Los
inalcanzables que El alcanzó le siguieron, como el endemoniado de Gadara. Los
desahuciados que sanó le siguieron, como el caso de la mujer de flujo de
sangre. Los discípulos que El llamó le siguieron, encontrando en su palabra el
fin trágico de un principio lleno de esperanza en una vida expectante.
Aunque Cristo trató de
preparar a los discípulos para los eventos de las últimas horas, como la agonía
en el Getsemaní, la traición de Judas Iscariote, el juicio ante Pilato, la
maldad y hostilidad del Sanedrín y sus líderes, todo lo que El hizo siempre
habló de poder y victoria.
Cristo vino al estanque
de Betesda y sanó al paralítico. Viajó por el camino a Jericó y sanó al
ciego. Habló la palabra y la hija del centurión fue sanada. Tocó al leproso y
fue limpio. Su poder era evidente, cuando los discípulos eran azotados por las
aguas furiosas del mar de Galilea y El sencillamente caminó sobre las aguas
hasta ellos. Y para que ellos no pensaran que era un espejismo, le dijo a Pedro
que viniera a El caminando por el agua. Cuando Lázaro murió, Cristo reafirmó
su posición en el plan divino para el género humano y levantó a Lázaro de la
tumba. Sí, para aquellos que creyeron, los que esperaron, los que lo conocieron
y amaron, el Calvario fue una tragedia.
TRIUNFO
Otra definición que da
el Diccionario Webster para la palabra "consumado" es
"perfecto". A pesar de los sentimientos trágicos mencionados arriba,
las palabras de Jesús no son palabras de desaliento y desesperación; son un
grito de triunfo. Una versión en inglés de la Biblia traduce la palabra
consumado como 'está terminado". Después de todo, notamos en otras
declaraciones de Cristo que su meta era concluir o terminar su obra. En Juan
4:34 leemos: "Jesús les dijo: Mi comida es que haga la voluntad del que me
envió, y que acabe su obra". En su oración más compasiva, registrada en
Juan 17, Cristo compartió sus sentimientos sobre los que creyeron en El, cuando
dijo: "Yo te he glorificado en la tierra; he acabado la obra que me diste
que hiciese" (v. 4). Después de la declaración de Jesús: "Yo debo
terminar la obra del que me envió", dijo en su oración: "He acabado
la obra". Después desde la cruz proclama en alta voz triunfante, para que
todo el mundo le oyera: "Consumado es". Los que estuvieron cerca de la
cruz, escucharon bien esa voz. Tal vez otros que estaban más lejos, y que le
amaban, tuvieron que preguntarse unos a otros después de cada palabra qué
estaba diciendo. Luego, tal vez sus detractores estuvieron cerca para recoger
palabras que les sirvieran para terminar totalmente con el pequeño grupo de
seguidores de Cristo. Pero, ojalá ellos hubieran sabido que las palabras,
"consumado es' o "perfeccionado es" o como lo dice la Biblia en
inglés, "está terminado", habrían de repicar desde el monte del Gólgota
por toda la tierra. El dulce canto de los pájaros llevarían de norte a sur el
sonido que habían oído. Tal vez la brisa soplando en los árboles repicaría
el hermoso susurro de "consumado es". Quizá los sonidos de los peces,
en un idioma no conocido por el hombre, llevaron hasta el fondo del mar la
noticia de "consumado es". Creo que en la habitación de Dios, después
de ver el sufrimiento de su único Hijo, el triunfo de victoria de Jesús le sonó
hermoso al Padre.
"Consumado es",
el calcañar hirió la cabeza de la serpiente. El abismo fue salvado. La
escalera fue sustituida, la victoria fue ganada. No más sacrificio de animales
para expiar nuestros pecados. Ahora tenemos la invitación personal, para
osadamente ir ante el trono de la gracia y alcanzar misericordia. Alabado sea
Dios, ¡nuestra salvación está completa! Esta proclamación triunfante y
victoriosa ha repercutido a través de los años y hasta el día de hoy podemos
escuchar a Cristo diciéndonos: "Consumado es". Trágico, así les
pareció a aquellos que siguieron a Cristo. Pero cuando oímos a Cristo decir,
"consumado es", y percibimos el poder divino de la declaración del Gólgota,
debemos decir:"Trágico, pero triunfante".
El Rvdo.
Randal Miller, es director de evangelismo en Delmarva, D. C., E.U.A.
SEPTIMA PALABRA:
Por
Charles Fisher
La cruz fue la prueba
culminante! Los amigos del Salvador lo habían abandonado. El estaba rodeado por
una multitud vociferante, y su cuerpo había sido vencido por el dolor. Su corazón
estaba destrozado por el peso de nuestros pecados. lo peor de todo fue que el
Padre se había apartado de El. Después de haber estado en la cruz por seis
horas. Jesús calmo a gran voz: Dios mío, Dios mío, ¿Porqué me has
abandonado? (Mar. 15:34 Salmo 22:1) A pesar de todo este sufrimiento, el
Salvador no perdió su confianza en que el Padre tendría cuidado de El. Jesús
probablemente recordó el resto del Salmo 22. Después de que el salmista
describe los sufrimientos del Mesías, añade: "Porque no menospreció ni
abominó la aflicción del afligido, ni de él escondió su rostro; sino que
cuando clamó a él, le oyó" (Salmo 22:24). Aunque Jesús sintió que el
Padre se había apartado de El, también sabía que Dios estaba con El y podía
escuchar sus clamores. Jesús puso en las manos del Padre todo lo que estaba
experimentando y lo dejó allí. El murió en dolor, pero murió en las manos
del Padre.
El Padre no era un extraño
para Jesús. Sus primeras palabras registradas fueron: '¿No sabíais que en los
negocios de mi Padre me es necesario estar?" (Lucas 2:49). En el sermón
del monte Cristo se refirió al -Padre" diecisiete veces. En su discurso
final a sus discípulos en Juan 14-16, habló, del Padre por lo menos cuarenta y
cinco veces. En la oración sacerdotal de Juan 17 habló con y de El seis veces.
En su nacimiento, en su niñez, en la tentación en el desierto y en su
ministerio día con día, Jesús siempre estuvo en las manos del Padre. Hubo
ocasiones cuando parecía que estaba en "manos de los hombres" El fue
"entregado en manos de pecadores" (Lucas 24:7), y por "manos de
inicuos" (Hechos 2:23) le crucificaron. Pero Jesús sabía que nunca estuvo
fuera de las manos amorosas del Padre. No era extraño el deseo de Jesús de
estar "en las manos del Padre". porque en sus manos había estado
siempre. A. W. Pínk dijo: "El Salvador sometió su espíritu en las manos
de su Padre en la muerte, porque durante toda su vida siempre había estado en
sus manos."
Necesitamos aprender del
ejemplo de Jesús que las crisis de la vida se pueden enfrentar con fe, si
nuestra vida diaria está "en las manos del Padre". Es fácil para
nosotros olvidar nuestra comunión diaria con el Señor, cuando todas las cosas
nos están saliendo bien. Pero cuando nos viene una prueba acudimos
inmediatamente a Dios buscando ayuda. Posiblemente necesitemos diariamente hacer
nuestra la oración final de Jesús.
Las palabras: "En
tus manos encomiendo mi espíritu", fueron tomadas por Jesús del Salmo
31:5. Este verso, era la primera oración que cada madre judía enseñaba a su
hijo a la hora de acostarse. Deberíamos poner nuestras cabezas en las almohadas
durante la "noche con la seguridad de que ponemos nuestras vidas "en
las manos del Padre". Deberíamos despertar cada mañana sabiendo que
estamos seguros por el cuidado meticuloso de Dios.
Nuestro mundo está lleno
de dificultades. Con frecuencia no sabemos cómo cuidar nuestras propias vidas,
y menos cuando enfrentamos algo trágico como es la muerte. Las pruebas,
tentaciones y problemas van a la par en el curso de la vida. Las actitudes del
mundo, los deseos de la carne y las trampas de Satanás están combinadas contra
nosotros; son demasiado pesadas para poder vencerlas con nuestras propias
fuerzas. Pero hay un refugio, aun en medio de la tormenta, en donde se puede
encontrar la paz y es "en las.manos del Padre". Esté seguro que si
usted vive su vida "en las manos de El". ninguna cosa tocará su vida
que no toque primero el corazón de Dios. Solamente cuando usted esté "en
sus manos" Dios puede darle una experiencia de resurrección.
Si está luchando con una
prueba, por qué no orar la oración que le dio a Jesús la fortaleza para
sobrellevar la cruz, y usted encontrará paz "en sus manos": "En
ti, oh Jehová, he confiado; no sea yo confundido jamás; líbrame en tu
justicia. Inclina a mí tu oído, líbrame pronto; sé tú mi roca fuerte, y
fortaleza para salvarme. Porque tú eres mi roca y mi castillo; por tu nombre me
guiarás y me encaminarás. Sácame de la red que han escondido para mí, pues tú
eres mi refugio. En tu mano encomiendo mi espíritu; tú me has redimido, oh
Jehová, Dios de verdad" (Salmo 31:1-5).
El Rvdo. Charles Fishor es director de la juventud y educación cristiana en el estado de Washington,. E.U.A.
Aquellas personas que
tienen el privilegio de vivir en tierras al norte de los trópicos, saben la
diferencia marcada en las estaciones del año. Cuando uno observa el otoño, y
ve deshojarse los árboles, uno está frente a una imagen de la muerte. El
frondoso y fuerte roble va perdiendo su verde ropaje. Las hojas se tiñen de un
rojo vivo que da paso a un pálido amarillo, que a su vez procede un cardenal
obscuro para morir en un café negruzco: entonces las hojas, desprovistas de la
savia que las alimenta, se desprenden para ser llevadas por el viento.
Un soplo gélido las
arrebata y las lanza al viento en vórtices de luz. Las ramas se sacuden como
queriendo desprenderse de las hojas ya secas. El paisaje habla de quebranto y
desolación. Secas también las ramas. crujen y se quiebran ante el peso de la
nieve. Sólo sobreviven las más fuertes. Por varios meses no se ven señales de
vida. No hay pájaros en las copas de los árboles, ni se oyen trinos ni se ven
nidos. Pero todo es un espejismo; porque adentro de los troncos gravita la vida.
El invierno es como un descanso que precede al revivir de la primavera.
De pronto cesan las
nieves y los vientos helados. La tierra cruje bajo las primeras lluvias de
abril, las hojas muertas y secas se convierten en saludable estiércol que nutre
la tierra en un reflujo de encuentro vital. El observador cuidadoso notará los
botones pugnando por romper la Inercia de la superficie seca. La vida está por
reventar. Una mañana, al despertarnos, vemos que los botones se han convertido
en millares de nuevas hojas. El roble es tal vez el más simbólico de los árboles.
En éste, las hojas nuevas empujan a las viejas. como diciéndoles: "He aquí
todas las cosas son nuevas; ¡Échense a un lado que aquí viene la vida nueva y
abundante! Un día, revientan en flor los árboles frutales, para dar paso a
millares de Insectos buscando el polen. Es la naturaleza misma cumpliendo su
misión de crear y multiplicarse. El botón se convierte en flor, la flor en
fruto, el fruto contiene en sí mismo la semilla para multiplicarse. Es el gran
milagro de la perpetuación de la especie, de la preservación del orden creado.
Es la demostración de Dios, enseñándonos que no todo termina con la muerte.
Vayamos ahora a la tumba
de Jesús. . . penetremos el sagrado y silencioso recinto. ¿Qué vemos? Un
cuerpo yace inmóvil, envuelto en un sudario. Hay olor a especies y a ungüento
aromático. Un silencio sepulcral nos envuelve en lo que nos acostumbramos a la
obscuridad. Están por cumplirse los tres días que El había puesto por límite,
y nada sucede. La muerte reina absoluta y brutal. El telón ha caído para
siempre y los espectadores se han vuelto a sus hogares con un tremendo peso en
sus corazones.
Aquél que sanaba a los
enfermos y que multiplicaba el pan, está muerto. Aquél que calmó la tempestad
e increpó a los vientos, yace exánime, vulnerable y yerto. Aquél que trajo la
esperanza se ha secado él mismo, dando paso al desencanto y a la aparente
derrota. Todo --según algunos-- termina en la tumba o a lo más en el flujo y
reflujo de orden natural de las esferas. No existe el orden espiritual; la vida
es simplemente transmutación, círculo y materia en un eterno devenir; o por lo
menos así nos parece. Es el Invierno de la fe.
Pero. El había dicho:
"Destruid este templo y en tres días lo levantaré" (Juan. 2:19) El
había prometido: "Como estuvo Jonás tres días en el vientre de la
ballena, así el Hijo del Hombre" (Mateo. 12:40). Había afirmado
"Nadie me quita mi vida, sino que yo de mí mismo la pongo. Tengo poder
para ponerla y para volverla a tomar" (Juan. 10:18). El había Insinuado
que, en la casa de su Padre había muchas moradas, y había anticipado su
retorno. Así que, aunque estamos frente a un Cristo muerto y aunque la tumba
está obscura y el ambiente es patético. todavía nos atrevemos a creer y a
esperar.
Es entonces, que se opera
¡El milagro trascendente de la resurrección! A la hora designada, ni un
momento antes ni después; a la hora prescrita por el Padre, el Espíritu de
vida entra en el cuerpo de Jesús, éste se estremece. Sangre nueva fluye por
las venas; sangre eterna. Un fulgor extraño aparece en la tumba. En el
claroscuro del sepulcro, vemos ángeles ministrándole. ¡Jesús abre los ojos:
se Incorpora! Mira a su alrededor y se sienta en completo control. ¡La gloria
del Señor llena e ilumina el sepulcro! Se escuchan millares de voces alabándole:
..¡Digno es el cordero que fue inmolado!" La antífona sube de tono. Si en
la sala del concierto del Edén la orquesta se desafinó, cuando los
protagonistas trataron de cantar a capella; aquí se restablece la armonía,
cada nota suena a su tiempo melodioso y sublime.
Jesús se levanta, toma
tiempo para doblar cuidadosamente el sudario. Como ha dicho Urcola: "Sin
prisa y sin pausa." Es su cuerpo; pero a la vez es diferente. Tiene carne y
hueso, pero es un cuerpo glorificado. Supera las leyes del tiempo y del espacio.
No está sujeto a las fragilidades ni a los imperativos humanos. Puede atravesar
una pared y puede comer. ¡Maravilla de maravillas! Estamos frente al misterio
de la glorificación. La piedra, la enorme piedra, sellada por Roma, guardada
por esbirros del ejército, se abre como empujada desde adentro. El poder de la
resurrección de Cristo penetra la tierra y sacude las tumbas adyacentes.
Algunos muertos se sacuden y se sacuden en un anticipo de gloria.
Afuera hay una brisa
matutina fresca y deliciosa. Los soldados están como muertos. Un ángel se
sienta en la piedra, como afirmando la soberanía de Dios. Jesús sale afuera y
respira de nuevo: su salida afirma el comienzo de una nueva aurora para el género
humano. En el cielo se dibuja una mañana de mil colores. Las primeras palabras
de Jesús son de consuelo para las confundidas mujeres: "No lloren"
seguidas por un anuncio de victoria "Díganle a mis hermanos que yo vivo
Los ángeles responden como en un eco "No esta aquí, ¡Ha resucitado!. El
telón se abre nuevamente; la obra inconclusa sigue en la intervención de Dios
en la historia . ¡Hay vida! ¡Hay gracia! ¡Gloria a Dios! ¡El vive! Y porque
El vive nosotros también viviremos.. Por el Hno. Stellio